Hoy coinciden con la fecha de una de las
fundaciones de la Maracaibo colonial -8 de septiembre de 1529- los 200 años del
profético, histórico documento, escrito por el Libertador el 6 de septiembre de
1815 en Kingston.
Maracaibo, ciudad capital de la Gran Colombia, fue la proyección futurista de Bolívar plasmada en la Carta de Jamaica. Lo proponía en razón de las ventajas geográficas y por ser un punto de confluencia de ambos países.
El texto sigue vigente: es un compendio de ideas y examen claro del proceso de emancipación de los pueblos indoamericanos y de sus posibilidades futuras. Es un examen de conciencia y de colectivo que tenemos que responder hoy.
Con una clara percepción de la huella dejada por el exterminio de los pueblos indígenas y del ignominioso esclavismo, Bolívar pondera las diferentes alternativas de gobierno para las naciones en nacimiento. Resalta su insistencia en la unidad como condición para alcanzar una sociedad de justicia y soberanía: "La unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración". Luego añade: "... mas esta unión no nos vendrá por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos".
Cuán pertinente es esta carta en el presente. A lo interno, debería ser unánime el respaldo interno hacia esta lucha que continúa la emprendida por nuestros próceres en el siglo XIX, y sin embargo, hay minorías aferradas a sus antiguos privilegios que intentan obstruir estos esfuerzos por alcanzar la justicia social y la soberanía; como el propio Libertador precisa en el documento, "es necesario estar bien fascinado por el error o por las pasiones para no abrigar esta noble sensación".
Más que vigente y esperanzadora es la Carta de Jamaica hoy; alcanzaremos el alto destino al que estamos llamados como la Gran Nación Latinoamericana y Caribeña cuyos cimientos sembraron Bolívar, Urdaneta, Sucre y su generación de mujeres y hombres libres, y Maracaibo se convertirá en el corazón del intercambio de cultura y progreso para nuestra Patria Grande.
Maracaibo, ciudad capital de la Gran Colombia, fue la proyección futurista de Bolívar plasmada en la Carta de Jamaica. Lo proponía en razón de las ventajas geográficas y por ser un punto de confluencia de ambos países.
El texto sigue vigente: es un compendio de ideas y examen claro del proceso de emancipación de los pueblos indoamericanos y de sus posibilidades futuras. Es un examen de conciencia y de colectivo que tenemos que responder hoy.
Con una clara percepción de la huella dejada por el exterminio de los pueblos indígenas y del ignominioso esclavismo, Bolívar pondera las diferentes alternativas de gobierno para las naciones en nacimiento. Resalta su insistencia en la unidad como condición para alcanzar una sociedad de justicia y soberanía: "La unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración". Luego añade: "... mas esta unión no nos vendrá por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos".
Cuán pertinente es esta carta en el presente. A lo interno, debería ser unánime el respaldo interno hacia esta lucha que continúa la emprendida por nuestros próceres en el siglo XIX, y sin embargo, hay minorías aferradas a sus antiguos privilegios que intentan obstruir estos esfuerzos por alcanzar la justicia social y la soberanía; como el propio Libertador precisa en el documento, "es necesario estar bien fascinado por el error o por las pasiones para no abrigar esta noble sensación".
Más que vigente y esperanzadora es la Carta de Jamaica hoy; alcanzaremos el alto destino al que estamos llamados como la Gran Nación Latinoamericana y Caribeña cuyos cimientos sembraron Bolívar, Urdaneta, Sucre y su generación de mujeres y hombres libres, y Maracaibo se convertirá en el corazón del intercambio de cultura y progreso para nuestra Patria Grande.

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