Es posible y necesario encontrar coincidencias positivas en doble vía entre el sector productor privado y el público. Esa es una posibilidad que se abre en cuanto ampliamos el horizonte de visibilidad hacia objetivos de bienestar y progreso común, dejando atrás el lastre de los prejuicios y, sobre todo, del individualismo.

Ese es el camino para enfrentar y triunfar sobre la guerra económica y el impacto de las variaciones en el precio del petróleo. El punto de partida es una revolución cultural, de valores, del pensamiento, en su sentido de cambio radical y pacífico. Superar de una vez el muy postergado modelo rentista petrolero, de dependencia de las importaciones, hacia una cultura de la producción aprovechando nuestras ventajas comparativas.
Un caso específico y fundamental es el de la producción lechera. La Federación Nacional de Ganaderos de Venezuela -luego de la reunión reciente entre el Ministerio de Agricultura y Tierras y los productores agropecuarios- ha anunciado que hay capacidad para aumentar la producción de leche en el corto plazo sin necesidad extrema de divisas. Es elocuente, a favor de poner en marcha un nuevo modelo, el hecho de que estos niveles de producción láctea se han mantenido iguales durante los últimos 20 años y que Venezuela tiene uno de los promedios más bajos de producción lechera de la región.
La federación ha manifestado que existe capacidad instalada, animales, genética y mano de obra para elevar la producción en un 40%. Lo más importante, y la coincidencia fundamental, es que se trata de un asunto de tecnología y capacitación, de trabajo mixto, como en todas partes del mundo; "que no es tan difícil ni se necesitan muchas divisas". Y -añadimos- es de creatividad, de vocación de trabajo, paz y de servicio.
Es una posición radicalmente opuesta a la de quienes agreden a la población, mediante el "bachaqueo", el contrabando de extracción y la especulación. Producir en vez de destruir. Una posición de beneficios equitativos versus una de depredación; ganará la primera de ellas.

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